¿QUÉ ES “EL DUELO”?
Se conoce como duelo o luto al período que sigue tras
la muerte de alguien afectivamente importante. Es un proceso activo de
adaptación ante una pérdida, que involucra reacciones de tipo físico,
emocional, familiar, conductual, social, y espiritual. Inicia inmediatamente después o en los meses
siguientes a la muerte de un ser querido. Se conoce que su duración es
variable, normalmente no supera los seis meses.
Existen ciertos ritos que se
manejan en la actualidad, tales como vestirse de negro, el ritual de sepultura
o cremación; las cuales casi siempre se realizan entre familia y amigos, y son
de gran importancia para el proceso de despedida. Sin embargo, hoy en día el proceso del duelo aparece relativamente controlado y poco expresivo. Nos sentimos inseguros sobre
el hecho y el modo de llevarlo. Intentamos a menudo refrenar la tristeza y
hasta nos avergonzamos de la misma. Al parecer nos estamos olvidando de que el duelo es
necesario. Es una reacción perfectamente natural que nos ayuda a soportar anímicamente la pérdida y a
proseguir nuestra vida sin la presencia del difunto, aunque por momentos vaya asociado con
múltiples sentimientos dolorosos, angustiosos y desconcertantes.
Debe llegar el momento en el que será posible la
despedida interna del difunto y se pueda aceptar la pérdida de una manera
definitiva. Esta despedida interna nos permite eliminar el tormento y el dolor
paralizante de la tristeza. Mientras que el recuerdo permanece y es ahora
cuando realmente tiene libre cause.
Debemos recordar que la pérdida afecta de manera
diferente a los distintos miembros de la familia, según la edad y la relación que hayan mantenido con el difunto. Por ello, podremos observar cómo cada persona elabora la pérdida a su manera y a su tiempo.
¿Existe la posibilidad de
que el duelo se complique?
El
curso normal del duelo puede verse perturbado por varios motivos, provocando un sentimiento de tristeza
demasiado intenso. Éste está presente en nuestro diario vivir durante una temporada demasiado larga o se evidencia un claro
retraso en su aparición. Durante el proceso de duelo o luto es normal sentir tristeza y enojo,
pero si esto hace que sus relaciones familiares, de amistades o de trabajo, y otras
actividades importantes de su vida se deterioren, pida ayuda profesional.
¿CUÁNDO BUSCAR AYUDA?
No dude pedir ayuda si, pasado un tiempo, y casi todos
los días identifica al menos dos de estas circunstancias:
- Piensa tanto en su persona querida que incluso le resulta difícil continuar con su rutina diaria.
- Recuerda su ausencia con una enorme y profunda tristeza, se consume pensando en si algún día volverá.
- Atesora de manera exagerada las pertenencias y espacios de su ser querido.
- Tiene intensos sentimientos de soledad, no tiene planes ni metas y piensa que no hay futuro para usted. Para usted la vida ya no tiene sentido.
- No termina de creer que ha muerto de verdad y quiere pensar que todo lo que ha pasado ha sido un sueño.
- Tiene sus mismos síntomas, casi se comporta como lo hacía su persona querida o ha adoptado alguno de sus hábitos perjudiciales.
- Está enfadado con todos y por todo, cualquier cosa le irrita.
- Evita todo aquello que le recuerde a su ser querido, como fotos, ropa, conversaciones, etc.
- Ha perdido la confianza en los demás y la sensación de seguridad y control que tenía. Se siente inútil.
- Lo busca por todas partes y a casi a toda hora.
- Se siente culpable por estar vivo y por no haber hecho lo suficiente por su ser querido.
- Tiene temores excesivos hacia la muerte, en especial de seres queridos.
- Se despierta de madrugada y no puede volver a dormir; no descansa como debería.
- Tiene problemas para concentrarse en sus actividades diarias.
- Tiene recuerdos y pensamientos repetitivos acerca de las circunstancias en las que falleció su ser querido.
- Está todo el día preocupado, con la sensación de que le va a ocurrir algo malo. Está nervioso, tenso e irritable.
- Empieza a consumir alcohol, pastillas o cigarrillo, o aumenta su consumo sin moderación.
- Nota algún síntoma físico que le llame la atención: adelgazamiento, dolor constante en alguna parte del cuerpo, falta de aire, presión alta, hinchazón, etc.
- Tiene continuas ideas y pensamientos de muerte, con el objetivo de reencontrarse con su ser querido.
RECOMENDACIONES
1. Reconozca
la vulnerabilidad y las limitaciones temporales que implica vivir un duelo, y
evitar en lo posible las responsabilidades mayores.
2. Téngase
mucha paciencia y sea benévolo con usted mismo.
3. Permítase
hablar de lo que pasó, comparta sus estados de ánimo, recuerdos y necesidades
con personas afectivamente cercanas y comprensivas, que sepan tolerar y
consolarlo sin juzgarle.
4. Consiéntase,
busque experiencias, compañía y momentos gratificantes, que le produzcan paz y
respeten su proceso.
5. Disponga
de un tiempo y espacio íntimo para llorar, pensar y recordar.
6. Dele
un sentido a lo que ocurrió, abriendo un espacio espiritual en su vida, que le
permita recogerse, reflexionar y trascender a partir de la pena.
7. Aliméntese saludablemente aunque no siempre sienta deseos y descanse mucho.
Por: Daniela Suárez C.
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