SERVICIOS:

  • Atención Psicológica Individual, Familiar y de Pareja
  • Trabajo con niños, adolescentes y adultos
  • Acompañamiento Psicológico a personas con enfermedades que amenazan la vida y a sus familiares.
  • Apoyo para la elaboración del Duelo
  • ATENCIÓN PREVIA CITA
  • VISITAS DOMICILIARIAS Y SESIONES EN LÍNEA

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  • Quito-Ecuador

lunes, 4 de junio de 2018

EL CUIDADO DE LOS CUIDADORES





La experiencia de convivir y cuidar de un ser querido con una enfermedad incurable que amenaza la vida puede ser muy gratificante y a la vez representar una gran carga para el cuerpo y el alma. Los miembros de la familia o amigos que ejercen el rol de cuidadores pueden alcanzar un punto de agotamiento y saturación, desarrollando trastornos psicológicos o deterioro físico, lo cual podría incluso desencadenar en abandono o mal manejo de la persona enferma. En definitiva, el desgaste emocional y corporal puede llegar a ser muy grande si no se toman en cuenta las precauciones necesarias. Es imprescindible que se valore el esfuerzo del cuidador principal y eso conlleva la prevención de su agotamiento, aliviando la carga física y psicológica que enfrentan a diario. Esto se logra por una parte alternando los horarios o turnos para el cuidado de la persona enferma con otras personas, permitiéndole descansos y tiempo libre para recobrar energías y atender sus necesidades personales. Por otro lado, el cuidador necesita recibir apoyo emocional de manera regular, al igual que la persona que tiene la enfermedad, para sobrellevar la situación de su ser querido. Esto le permitirá ir elaborando un proceso de aceptación y de despedida de manera saludable.

De igual manera, es importante que el mismo cuidador reconozca cuando ya no puede hacer frente a todos los cuidados de la persona enferma y no debería haber reparo en acudir a otros familiares y amigos para solicitar su apoyo. Como cuidadores también deben cuidar a diario de sí mismos y hacer pequeñas pausas, especialmente cuando aparece la sensación de que las fuerzas para seguir se están acabando. Habrán momentos y etapas difíciles de enfrentar, el deterioro de la persona enferma y las crisis que se presentan pueden llegar a ser abrumadores y angustiantes. Para ello, resulta beneficioso buscar ayuda de profesionales especializados que puedan proporcionar la guía necesaria para sobrellevar la situación. No es ningún fracaso reconocer nuestra vulnerabilidad y nuestras limitaciones como seres humanos. Esto también es una muestra de cariño y responsabilidad con la persona que estamos cuidado, puesto que estamos buscando lo mejor para él o ella.

A continuación algunas recomendaciones para prevenir el agotamiento cuando cuidamos de una persona con una enfermedad incurable que amenaza la vida:
  • Permítase ser reemplazado por alguien que desempeñe sus funciones habituales en algunas ocasiones (por ejemplo los fines de semana) para hacer otras actividades, como salir a caminar, ir al cine, etc. Las pequeñas pausas regulares también son parte de sus responsabilidades consigo mismo y con su ser querido.
  • Permita que otros familiares o amigos cooperen en el cuidado de la persona enferma, no asuma toda la carga. Recuerde que trabajar en equipo ayuda a prevenir lesiones graves y accidentes.
  • Tenga siempre en cuenta la posibilidad de contratar a alguien o el ingreso temporal a centros de cuidado especializado, para así poder tomar un descanso de una o dos semanas según amerite. Esto es especialmente recomendable si usted ha sufrido alguna lesión física o se ha sentido muy extenuado en la última temporada.
  • Cambie sus propias expectativas compartiendo responsabilidades, por ejemplo, permitiendo que los gastos y tareas de la casa sean asumidos por otras personas. Así podrá dedicarse a la atención de su ser querido con tranquilidad y mayor dedicación.
  • Rece o medite. No deje de lado sus necesidades espirituales.
  • Tenga presente que en ciertos casos el ingreso permanente a centros de cuidado especializado es una mejor opción que la atención en casa. En muchas ocasiones los cuidados e insumos que la persona enferma necesita pueden ser demasiado complejos, y su manejo en casa resulta imposible y peligroso. 
  • Hable con sus familiares y/o busque ayuda de profesionales especializados si siente que el trabajo que realiza es demasiado para usted, no ignore las señales que su cuerpo le da. Acuda de inmediato al profesional de la salud indicado para tratar sus dolencias (médico, psicólogo, psiquiatra, etc.).

Por: Daniela Suárez C.

miércoles, 16 de mayo de 2012

DUELO




¿QUÉ ES “EL DUELO”?

Se conoce como duelo o luto al período que sigue tras la muerte de alguien afectivamente importante. Es un proceso activo de adaptación ante una pérdida, que involucra reacciones de tipo físico, emocional, familiar, conductual, social, y espiritual. Inicia inmediatamente después o en los meses siguientes a la muerte de un ser querido. Se conoce que su duración es variable, normalmente no supera los seis meses. 

Existen ciertos ritos que se manejan en la actualidad, tales como vestirse de negro, el ritual de sepultura o cremación; las cuales casi siempre se realizan entre familia y amigos, y son de gran importancia para el proceso de despedida. Sin embargo, hoy en día el proceso del duelo aparece relativamente controlado y poco expresivo. Nos sentimos inseguros sobre el hecho y el modo de llevarlo. Intentamos a menudo refrenar la tristeza y hasta nos avergonzamos de la misma. Al parecer nos estamos olvidando de que el duelo es necesario. Es una reacción perfectamente natural que nos ayuda a soportar anímicamente la pérdida y a proseguir nuestra vida sin la presencia del difunto, aunque por momentos vaya asociado con múltiples sentimientos dolorosos, angustiosos y desconcertantes.

Debe llegar el momento en el que será posible la despedida interna del difunto y se pueda aceptar la pérdida de una manera definitiva. Esta despedida interna nos permite eliminar el tormento y el dolor paralizante de la tristeza. Mientras que el recuerdo permanece y es ahora cuando realmente tiene libre cause.

Debemos recordar que la pérdida afecta de manera diferente a los distintos miembros de la familia, según la edad y la relación que hayan mantenido con el difunto. Por ello, podremos observar cómo cada persona elabora la pérdida a su manera y a su tiempo.

¿Existe la posibilidad de que el duelo se complique?

El curso normal del duelo puede verse perturbado por varios motivos, provocando un sentimiento de tristeza demasiado intenso. Éste está presente en nuestro diario vivir durante una temporada demasiado larga o se evidencia un claro retraso en su aparición. Durante el proceso de duelo o luto es normal sentir tristeza y enojo, pero si esto hace que sus relaciones familiares, de amistades o de trabajo, y otras actividades importantes de su vida se deterioren, pida ayuda profesional.
  

¿CUÁNDO BUSCAR AYUDA?

No dude pedir ayuda si, pasado un tiempo, y casi todos los días identifica al menos dos de estas circunstancias:
  •  Piensa tanto en su persona querida que incluso le resulta difícil continuar con su rutina diaria.
  • Recuerda su ausencia con una enorme y profunda tristeza, se consume pensando en si  algún día volverá.
  • Atesora de manera exagerada las pertenencias y espacios de su ser querido.
  • Tiene intensos sentimientos de soledad, no tiene planes ni metas y piensa que no hay futuro para usted. Para usted la vida ya no tiene sentido.
  • No termina de creer que ha muerto de verdad y quiere pensar que todo lo que ha pasado ha sido un sueño.
  • Tiene sus mismos síntomas, casi se comporta como lo hacía su persona querida o ha adoptado alguno de sus hábitos perjudiciales.
  • Está enfadado con todos y por todo, cualquier cosa le irrita.
  • Evita todo aquello que le recuerde a su ser querido, como fotos, ropa, conversaciones, etc.
  • Ha perdido la confianza en los demás y la sensación de seguridad y control que tenía. Se siente inútil.
  • Lo busca por todas partes y a casi a toda hora.
  • Se siente culpable por estar vivo y por no haber hecho lo suficiente por su ser querido.
  • Tiene temores excesivos hacia la muerte, en especial de seres queridos.
  • Se despierta de madrugada y no puede volver a dormir; no descansa como debería.
  • Tiene problemas para concentrarse en sus actividades diarias.
  • Tiene recuerdos y pensamientos repetitivos acerca de las circunstancias en las que falleció su ser querido.
  • Está todo el día preocupado, con la sensación de que le va a ocurrir algo malo. Está nervioso, tenso e irritable.
  • Empieza a consumir alcohol, pastillas o cigarrillo, o aumenta su consumo sin moderación.
  • Nota algún síntoma físico que le llame la atención: adelgazamiento, dolor constante  en alguna parte del cuerpo, falta de aire, presión alta, hinchazón, etc. 
  • Tiene continuas ideas y pensamientos de muerte, con el objetivo de reencontrarse con su ser querido.



RECOMENDACIONES


1. Reconozca la vulnerabilidad y las limitaciones temporales que implica vivir un duelo, y evitar en lo posible las responsabilidades mayores.

2. Téngase mucha paciencia y sea benévolo con usted mismo.

3. Permítase hablar de lo que pasó, comparta sus estados de ánimo, recuerdos y necesidades con personas afectivamente cercanas y comprensivas, que sepan tolerar y consolarlo sin juzgarle.

4. Consiéntase, busque experiencias, compañía y momentos gratificantes, que le produzcan paz y respeten su proceso.

5. Disponga de un tiempo y espacio íntimo para llorar, pensar y recordar.

6. Dele un sentido a lo que ocurrió, abriendo un espacio espiritual en su vida, que le permita recogerse, reflexionar y trascender a partir de la pena.

7. Aliméntese  saludablemente aunque no siempre sienta deseos y descanse mucho. 


Por: Daniela Suárez C.